La entrada de esta semana es sobre la hipertensión arterial (HTA), una enfermedad que padecen muchos de nuestros pacientes, que se acompaña a veces de otras enfermedades como neuropatías, diabetes, enfermedades cardiovasculares, etc. Esta, produce cambios en el flujo sanguíneo, a nivel macro y microvascular, factores que pueden influir en la curación de una herida crónica.
La tensión arterial es la presión que ejerce el corazón sobre las arterias para que estas conduzcan la sangre hacia los diferentes órganos del cuerpo humano. La presión arterial sistólica (la primera cifra) es la presión sanguínea en las arterias durante la sístole ventricular, cuando la sangre es expulsada desde el corazón a las arterias; la presión arterial diastólica (el número inferior) es la presión en la diástole, cuando el corazón se relaja y la presión arterial cae. La hipertensión arterial es el aumento de la tensión arterial cuando supera los niveles aconsejables para mantener un buen estado de nuestra salud.
Su prevalencia e incidencia es de un 20% en los adultos entre 40 y 65 años y casi un 50% en las personas de más de 65 años. Es una enfermedad crónica y su aparición nos indica un mayor “riesgo cardiovascular”. Hoy en día es la causa de hasta un 5% de las muertes por enfermedades cardiovasculares y responsable de un elevado número de discapacitados. Uno de sus mayores peligros es que se trata de un mal silencioso, una persona puede tener la tensión arterial elevada y no mostrar síntomas o muy poco específicos: dolor de cabeza, inquietud, nerviosismo, palpitaciones, silbido en los oídos, hemorragia nasal espontánea, o la presencia de úlceras en las extremidades inferiores denominadas úlceras Martorell
Las consecuencias más importantes de la HTA mal controlada son:
- Ictus o accidente cerebrovascular. Propicia la arterioesclerosis (acúmulos de colesterol en las arterias) y fenómenos de trombosis. Cuando las arterias se vuelven rígidas y estrechas, el riego sanguíneo resulta insuficiente y provoca la aparición de infartos cerebrales, también puede causar la rotura de una arteria y ocasionar una hemorragia cerebral. Un alto porcentaje de las personas que sobreviven después de un ictus, tienen secuelas físicas y neurológicas graves para el resto de su vida (p.ej. parálisis de medio cuerpo).
- Insuficiencia cardíaca e infartos. La hipertensión supone una mayor resistencia para el corazón, que responde aumentando su masa muscular para hacer frente a ese sobreesfuerzo. Este incremento de la masa muscular acaba siendo perjudicial porque no viene acompañado de un aumento equivalente del riego sanguíneo y puede producir insuficiencia coronaria y angina de pecho. Además, el músculo cardíaco se vuelve más irritable y se producen más arritmias.
- Insuficiencia renal: el riñón es uno de los órganos diana de la HTA y su efecto no es agudo como en los casos anteriores, sino que va lesionado progresivamente la circulación del riñón (causa rigidez en las arterias que suministran la sangre a los riñones).
- Pérdida de vista por lesión de los vasos sanguíneos de la retina (retinopatía).
- La alteración de la circulación arterial a nivel de los miembros inferiores puede producir claudicación.
Factores de riesgo de padecer HTA son:
- Antecedentes familiares.
- Niveles anormales de sodio y retención de agua.
- Sensibilidad al sistema renina-angiotensina (regulador tanto de la vasoconstricción como de la retención de sodio).
- Obesidad.
- Hipercolesterolemia.
- Tabaco.
- Alteraciones emocionales y condiciones de estrés persistentes.
¿Cómo se mide?
- Realiza la medición siempre a la misma hora.
- Busca un lugar tranquilo, sin ruidos ni interrupciones.
- Debes estar relajado. No beber, comer, fumar ni hacer ejercicio físico la media hora anterior.
- Reposa cinco minutos antes de la toma.
- Siéntate con la espalda apoyada al respaldo de la silla, no cruces las piernas.
- Si el tensiómetro es de brazo, coloca el manguito dos o tres centímetros por encima del codo. Deja la palma de la mano boca arriba y el codo ligeramente flexionado.
- Si el tensiómetro es de muñeca, pon la muñequera a la altura del corazón.
- No hables durante la medición.
- Apunta los valores obtenidos para informar a tu médico.
El mejor tratamiento de la hipertensión es una buena prevención que evite su aparición. Para ello es importante seguir un estilo de vida cardiosaludable:
- No fumar. El consumo de tabaco aumenta la presión arterial y la frecuencia cardíaca. Además, las personas hipertensas fumadoras multiplican el efecto perjudicial del tabaco. Dejar de fumar tiene unos efectos positivos superiores a cualquier medicación para la hipertensión.
- Cuidado con el alcohol. El consumo moderado de alcohol (un vaso de vino al día en las comidas) puede ser beneficioso, pero si es excesivo provoca el incremento de la presión arterial y otras alteraciones perjudiciales para el corazón y otros órganos.
- Controla tu peso. El sobrepeso es una causa de la hipertensión. Bajar de peso reduce la presión arterial y disminuye el riesgo cardiovascular y de diabetes.
- Realizar actividad física como pasear, correr moderadamente, nadar o andar en bicicleta, de 30 a 45 minutos, un mínimo de tres veces por semana.
- Reducir el consumo de sal a 4-5 gramos al día. También es necesario consumir frutas, verduras, legumbres, frutos secos, pan y otros cereales.
- Disminuir el estrés.
Si eres hipertenso es posible que debas seguir un tratamiento farmacológico además de las recomendaciones anteriores.
BIBLIOGRAFÍA
- Cobo Domingo JC. Geriatría y Gerontología. Atención Integral al anciano. 7ªed.Formación Continuada Logoss,S.L.;2005.
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- Rioja Salud. Qué es la hipertensión arterial (HTA) y qué provoca. [monografía en Internet].La Rioja;[acceso 15 de enero de 2019]. Disponible aquí